17 DE SEPTIEMBRE DE 2024.- Una cadena de misteriosas y simultáneas explosiones de los ‘buscas’ de efectivos de Hizbulá ha causado al menos nueve muertos y más de 2.800 heridos en varias zonas del Líbano, incluyendo su feudo en Beirut, y Siria. Tras tres horas de incertidumbre y conmoción, la milicia libanesa ha acusado a Israel y ha prometido venganza por el sorprendente ataque que golpeó a los suyos de la forma menos esperada y ha elevado la sensación de vulnerabilidad en sus filas. “El enemigo recibirá su justo castigo”, ha avisado Hizbulá, que investiga el origen de una acción sin precedentes en décadas de enfrentamiento.
Las autoridades israelíes no han confirmado ni desmentido un ataque que, sin cazas de combate ni misiles, puede marcar un punto de inflexión en la escalada que las dos partes protagonizan desde hace casi un año, bajo la sombra de la guerra en la Franja de Gaza. Dada la magnitud de la penetración de los servicios secretos en sistemas de comunicación de Hizbulá, el número de sus integrantes heridos y el tono de las amenazas, en Israel asumen que la milicia atacará de forma significativa lo que podría desembocar en su peor enfrentamiento bélico desde el 2006. Mantiene la alerta pero no varía las consignas de Protección Civil.
El golpe, más propio de una película de espionaje, fue realizado gracias a un servicio de Inteligencia capaz de detectar, manipular y “calentar” numerosos aparatos al mismo tiempo en dos países diferentes. Lo que al principio podría parecer un inofensivo calentamiento de las baterías de dispositivos de mensajería, que casualmente pertenecían a Hizbulá, acabó revelándose como una sofisticada operación que requiere meses de preparación a la espera de la oportunidad operativa. En esta región y especialmente en tiempos tan convulsos, las casualidades no son frecuentes.
Al anochecer, las especulaciones se multiplicaban sobre unos aparatos que Hizbulá recibió hace escasos meses. ¿Un ciberataque?¿El Mosad ‘trató’ los dispositivos implantando explosivos antes de llegar a su destino? De momento, hay más preguntas que respuestas en una jornada que arrancó con ataques mutuos y rutinarios desde hace meses entre Hizbulá y la Fuerza Aérea israelí. A primera hora de la tarde, sin embargo, empezaron a fluir las informaciones sobre raras explosiones de los localizadores. Fotógrafos de la agencia AP indicaron que las salas de urgencias en varios hospitales libaneses estaban abarrotadas de pacientes, muchos de ellos con heridas en las extremidades, algunos en estado grave.
El grupo de Hasan Nasrala, aún en estado de shock por el golpea su sistema de comunicación más simple y teóricamente blindado,pidió a los suyos alejarse de sus dispositivos, especialmente los buscapersonas. Curiosamente hace unos meses, Nasrala les había exigido, especialmente a los milicianos, no usar móviles por temor al seguimiento y penetración de Israel en su sistema de telefonía móvil. Varios cabecillas de la milicia se encuentran entre los afectados por el ataque, que también hirió de forma leve al embajador de Irán en Beirut, Mojtaba Amani. El aparato detonó cuando estaba en manos de su ayudante. Las primeras informaciones señalan que los dispositivos eran de fabricación iraní lo que no sorprende teniendo en cuenta que Teherán es el padrino económico, militar, ideológico y político del grupo chií libanés.
Tras las explosiones en su feudo en Dahiya (Beirut), en el sur del país e incluso en Siria, un alto funcionario de Hizbulá, citado por Reuters, afirmó que se trata de “la mayor brecha de seguridad” sufrida desde el inicio de la escalada con Israel. Según la agencia estatal libanesa, “un incidente hostil de seguridad sin precedentes”. El primer ministro, Najib Mikati, condenó lo que llama “criminal agresión de Israel” mientras Hizbulá prometió una respuesta “en formas esperadas e inesperadas”.
Atentado frustrado
Israel, que guarda silencio, había anunciado horas antes que logró frustrar recientemente un atentado de Hizbulá contra un ex oficial israelí previsto para los próximos días. “El artefacto estaba equipado con un mecanismo de activación remota, con una cámara y tecnología celular, lo que le permitía ser activado por Hizbulá desde el Líbano”, señaló la agencia de seguridad interna (Shabak), apuntando que tenía similares características al ataque frustrado del 15 de septiembre del 2023, cuando una bomba explotó en el céntrico parque HaYarkon de Tel Aviv sin provocar muertos.
Desde el pasado 8 de octubre, cuando Hizbulá inició sus ataques limitados contra Israel como “frente de apoyo” a Hamas y Gaza, el duro intercambio de golpes ha provocado la evacuación de numerosas localidades en el sur del Líbano y el norte de Israel pero sin cruzar líneas rojas.
La cadena de explosiones contra los ‘buscas’ del grupo armado chíi llega al día siguiente de la reunión del gabinete de seguridad israelí en la que aprobó incluir el regreso de los habitantes del norte de Israel, evacuados a raíz de los drones y misiles de Hizbulá, entre los objetivos de la guerra.
Preocupación por los rehenes
El emisario de Estados Unidos, Amos Hochstein, se reunió el lunes con el liderazgo israelí para evitar una guerra que tendría efectos demoledores para Israel y sobre todo Líbano. Bajo una fuerte presión especialmente en el norte para que lance una ofensiva a gran escala contra Hizbulá, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, le dijo a Hochstein que “no será posible el regreso de nuestros residentes sin un cambio fundamental en la situación de seguridad en el norte”.
Desde octubre, Nasralá reitera que frenará sus ataques “cuando cese la agresión de Israel en Gaza”. Si Hizbulá realiza una dura represalia, las dos partes entrarán en la fase de fuego de mayor intensidad desde el 2006, alejando aún más la posibilidad de una tregua en Gaza. Entre otros motivos, porque uno de los principales objetivos del líder de Hamas, Yahiya Sinwar, en el ataque del pasado 7 de octubre era una guerra desde varios frentes contra Israel.
Un enfrentamiento que preocupa sobre todo a las familias de los 101 secuestrados israelíes aún en cautiverio al temer que una guerra con Hizbulá entierre aún más la negociación para su liberación. “Quiero ser optimista, pero por desgracia la vuelta de los secuestrados no es la máxima prioridad de nuestro Gobierno que está más preocupado en la política”, nos comentó la israelí Yael Dar en una manifestación hace unos días en Tel Aviv.
Conversamos delante de la sede central del Ejército y Defensa donde Netanyahu y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, mantuvieron este martes reuniones con la cúpula de los organismos de seguridad antes, durante y después de las misteriosas explosiones. Los acontecimientos han aplazado, pero no anulado, la intención de Netanyahu de destituir a Gallant, con el que apenas se habla, y sustituirlo por Gideon Saar. A cambio de la cartera de Defensa, su partido (cuatro escaños) entrará en la coalición de Gobierno.
Pero la crisis entre Netanyahu y Gallant pasaría a un segundo plano si estalla la guerra entre el grupo armado más poderoso de Oriente Próximo y un Ejército, que tras ser sorprendido el pasado 7 de octubre, lidia con Irán y sus milicias en Líbano, Gaza, Siria, Yemen e Irak.